Cerca del 80% de la población adulta sufre dolor de espalda en algún momento de su vida y alrededor del 20% de los adultos trabajadores tienen dolor crónico en la parte baja de la espalda, el cual puede ubicarse a nivel de la columna lumbar o en tejidos paraespinales.
Recordemos que nuestra espalda está compuesta por una compleja estructura de músculos, ligamentos, tendones, discos y huesos, que trabajan juntos para apoyar el cuerpo y nos permiten movernos.
El dolor crónico es aquel que tiene una duración superior a tres meses, y se debe tener en cuenta al menos cuatro causas del dolor lumbar:
1. Anatómicas
Se da por lesiones vertebrales, articulares, musculares, de ligamentos, de discos o del periostio vertebral (en deficiencia de vitamina D) y también por inflamación o desgaste de las fascias.
2. Funcionales
Por causas metabólicas, nutricionales (como deficiencias de vitamina D, vitamina B12; por desbalance de grasas, por acidosis metabólica subclínica o por la dieta occidental), y disquinéticas (como posturales, ergonómicas y biomecánicas). La primera entre todas, y la más fácil de atacar: por deshidratación.
La irritación crónica de las articulaciones facetarias secundaria a hiperlordosis lumbar, puede ser debida a contractura de los músculos flexores de la cadera (psoas e ilíaco), debilidad y relajación de los rectos abdominales y/o obesidad abdominal; adicionalmente, la incoordinación en músculos paraespinales permite el microtrauma recurrente, muy común en personas con fuerte dolor de espalda.
Estos defectos kinestésicos y propioceptivos también se presentan en personas con dolor crónico y lesiones recurrentes que involucran las rodillas y los tobillos.
3. Neurocompresivas
Radiculopatías compresivas o inflamatorias, es decir, compresión de los nervios o inflamación alrededor de los nervios que salen de la columna.
4. Patológicas
Por enfermedades que comprometen órganos abdominales, metástasis, infecciones, artritis, traumas, síndrome de la cauda equina, etc.
¿Qué sucede cuando presentamos alguna de estas razones de dolor de espalda?
Convencionalmente, cerca del 85% de los casos se quedan sin causa específica en el diagnóstico (llamada Lumbalgia inespecífica), y de la misma manera, los tratamientos que las personas siguen son inespecíficos y limitados a medicamentos y procedimientos médico quirúrgicos como AINEs (fármacos Anti Inflamatorios No Esteroideos), relajantes musculares, antidepresivos, benzodiacepinas, corticoides, opioides, cirugías, infiltraciones, bloqueos, terapia física, ejercicio, reposo, terapias alternativas, etc.
¿Qué puede estar causando problemas de lumbalgia crónica?
Se deben explorar algunos factores, como:
Deshidratación
La baja ingesta de líquido deshidrata los discos intervertebrales, causando dolor.
Deficiencia de vitamina D
Está demostrado que cerca del 95% de los pacientes con dolor músculo esquelético crónico presentan una deficiencia de vitamina D. Así pues, el dolor por esta causa no responde a los AINEs u otros procedimientos, incluidas las cirugías. (1, 2, 3)
Desbalance o deficiencia de ácidos grasos
La dieta occidental a la que estamos acostumbrados es básicamente inflamatoria y oxidante con un exceso de grasa saturada, como las grasas trans y las omega 6, y con un bajo consumo de ácidos grasos omega 3 y otras grasas esenciales benéficas; esto promueve el dolor lumbar crónico persistente debido a que es una alimentación rica en azúcares y todo tipo de carbohidratos también. (4, 5)
Deficiencias minerales o desbalance ácido-base
Nuevamente, la dieta occidental produce un estado de acidosis metabólica crónica resultante del alto consumo de alimentos acidogénicos como el trigo, la leche de vaca (o de bolsa) y el cloro (del cloruro de sodio), y el relativamente bajo consumo de frutas y vegetales alcalinizantes. (6, 7, 8)
Esta dieta (acidogénica) incrementa la pérdida de minerales como el calcio y el magnesio a través de la orina, ya que nuestro organismo -al tener un pH ácido- debe extraer iones alcalinos (como el calcio y el magnesio) para contrarrestar esa acidez en la sangre, y al subir el nivel de acidez, se aumenta la filtración.
Alteraciones de la función propioceptiva, la coordinación neuromuscular y la movilidad articular
Los déficits propioceptivos y de coordinación se manifiestan en los músculos de los glúteos, y son fácilmente producidos en ejercicios de entrenamiento sobre superficies inestables. Estos déficits en los glúteos representan déficits similares en los músculos paraespinales con reducción de la estabilización pélvica y lumbar, lo que produce un micro trauma acumulativo en la columna lumbar, al mismo tiempo que se reducen los impulsos desde las neuronas mecanoreceptoras bloqueándose la nocicepción.
Las aberraciones en la propiocepción se dan cuando hay dolor lumbar crónico persistente; en este caso las intervenciones terapéuticas manuales como la manipulación quiropráctica, modifican favorablemente los procesos corticales y la coordinación propioceptivo kinestésica.
¿Qué recomendaciones seguir para reducir un dolor lumbar crónico?
A la luz de las consideraciones anteriores, las dos categorías fundamentales para la prevención y la mejoría del dolor lumbar crónico son del tipo bioquímico y de tipo físico, según las condiciones o necesidades de cada persona.
1. Intervenciones bioquímicas y psicoemocionales
Se trata de un énfasis en el estado nutricional (comenzando con una dieta rica en fitonutrientes) y cambios en estilos de vida.
La obesidad promueve la hiperlordosis lumbar, la que a su vez incrementa la sobrecarga para las fascias articulares, causando hipersensibilidad a este nivel.
Los factores psicosociales como el sedentarismo, el tabaquismo, el consumo de alcohol, la depresión, el estrés, el aislamiento social, entre otros, son estilos de vida que empeoran los desequilibrios nutricionales, la oxidación y la inflamación, contribuyendo al dolor muscular.
Las deficiencias nutricionales de Vitamina D, ácidos grasos Omega 3 y Magnesio promueven el dolor y la inflamación.
2. Los alimentos inflamatorios que se deben evitar
Hablamos de alimentos que incluyen grasas saturadas, ácidos grasos poliinsaturados (grasas trans, hidrogenados o refinados), bebidas azucaradas (jugos artificiales, gaseosas) y otros carbohidratos.
Los lácteos, las carnes de res, cerdo y cordero deben evitarse también, pues son fuentes ricas en ácido araquidónico (que precursor de isoprostanos, leucotrienos y prostaglandinas hiperalgésicas) y son altamente inflamatorios.
3. Hacia una dieta antiinflamatoria
Una dieta basada en plantas provee una gran cantidad y diversidad de fitonutrientes, produciendo beneficios antiinflamatorios y antioxidantes.
Una dieta saludable se basa en el consumo de abundantes frutas, vegetales, nueces, bayas y semillas, incluyendo pescados, soya, proteína aislada de soya y de trigo. El aceite de oliva debe consumirse en forma generosa, al igual que el de coco, retirando otros aceites vegetales.
En general se trata de una dieta con alimentos naturales, basada en vegetales y con abundante proteína como en las dietas mediterránea y paleolítica. Si se quiere acelerar el impacto positivo, es recomendable una suplementación de vitamina D, ácidos grasos y probióticos. (9, 10)
4. Corregir el balance de los ácidos grasos
El principal problema que observamos es el exceso en el consumo de grasas trans, grasas saturadas en general y en particular ácidos linoleico y araquidónico. Inversamente, el consumo insuficiente de Ácido Alfa-Linolénico (ALA), Ácido Gamma-Linolénico (GLA), Ácido Eicosapentaenoico (EPA), Ácido Docosahexaenoico (DHA) y Oleico, acentúa el desbalance y contribuye con el estado inflamatorio crónico inducido por la dieta. (11, 12, 13, 14)
La corrección de este desbalance con una dieta y suplementación apropiada, reduce y mejora de manera sostenida la inflamación sistémica y el dolor en pacientes con procesos que incluyen desde artritis reumatoidea y lumbalgia crónica hasta enfermedad cardiovascular.
La intervención consiste en disminuir la ingesta de ácido linolénico (de los aceites de granos) de ácido araquidónico (de las carnes y los lácteos).
Además, sirve la suplementación de:
- Ácido Gamma-linolénico – GLA: 500 a 3.000 mgs/día
- Ácido Alfa-Linolénico – ALA: 3 cucharadas de linaza molida diarias
- Ácido Eicosapentaenoico – EPA y Ácido Docosahexaenoico – DHA: de aceite de pescado (1.200 a 3.000 mgs/día)
5. Corregir deficiencias nutricionales
Vitamina D3: Se utiliza en dosis de 5.000 UI/día (15, 16)
Vitamina C: Evaluar la necesidad de suplementar con esta vitamina por sus efectos antiinflamatorios, antioxidantes y como cofactor en la producción de colágeno. Dosis de 1.000 a 3.000 mgrs/día. (17, 18)
Vitamina B12: Por sus efectos metabólicos, neurológicos y analgésicos. Útil especialmente cuando hay compromiso neurológico, como en las radiculopatías. Se utiliza en dosis de 2.000 a 4.000 microgramos/día. (20, 21, 22)
6. Intervenciones físicas
Se pueden utilizar individualmente o asociadas ayudando a optimizar el resultado; entre las opciones están:
Corrección y manejo postural: Debe mantener permanentemente una postura erecta y relajada, independientemente de la actividad que realice. La disfunción sacro ilíaca o el desnivel de la base del sacro inducen escoliosis lumbar, la cual puede causar dolor crónico.
Estiramiento muscular: Los músculos más frecuentemente involucrados en la lumbalgia (y que deben estirarse individualmente) son los glúteos mayor y medio, psoas, cuadrado lumbar, erector de la columna y los intrínsecos espinales.
Aumentar el ejercicio físico: Es útil para aliviar y para prevenir el dolor. En especial se deben trabajar los músculos del abdomen, la región lumbar y los glúteos.
Acupuntura: Produce alivio del dolor por mecanismos neurofisiológicos y vía endorfinas.
Yoga: Produce alivio del dolor, estiramiento, balanceo, reducción del estrés, modulación del estrés y relajación.
Mejorar la dieta, hacer mayor actividad física y realizar un entrenamiento de fuerza ayudará a fortalecer la espalda y los músculos centrales
El dolor crónico de espalda es una condición que está aumentando en la población, y cuanto más envejecemos, más probabilidades tenemos de experimentarlo.
Con estas recomendaciones, la mayoría de las personas pueden disminuir la molestia y el dolor, y a su vez, prevenir problemas mayores.
Referencias:
Mitchell ES, Conus N, Kaput J. B vitamin polymorphisms and behavior: evidence of associations with neurodevelopment, depression, schizophrenia, bipolar disorder and cognitive decline. Neurosci Biobehav Rev. 2014;47:307-320. doi:10.1016/j.neubiorev.2014.08.006 https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25173634/
Castro MC, Massa ML, Arbeláez LG, Schinella G, Gagliardino JJ, Francini F. Fructose-induced inflammation, insulin resistance and oxidative stress: A liver pathological triad effectively disrupted by lipoic acid. Life Sci. 2015;137:1-6. doi:10.1016/j.lfs.2015.07.010 https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26188590/
Shell, W. E., Pavlik, S., Roth, B., Silver, M., Breitstein, M. L., May, L., & Silver, D. (2016). Reduction in Pain and Inflammation Associated With Chronic Low Back Pain With the Use of the Medical Food Theramine. American journal of therapeutics, 23(6), e1353–e1362. https://doi.org/10.1097/MJT.0000000000000068
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